Milei busca dólares abrazado a un Trump herido mientras la condena a CFK erosiona su credibilidad global

Milei busca dólares abrazado a un Trump herido mientras la condena a CFK erosiona su credibilidad global

Por Redacción Internacional

La Argentina de Javier Milei, autodefinida como el faro libertario de Occidente, atraviesa un momento de alta tensión geopolítica y simbólica. Mientras el presidente recorre foros internacionales con la bandera de la libertad de mercado y el discurso contra el estatismo, la reciente condena judicial a Cristina Fernández de Kirchner —líder opositora con proyección regional— genera un ruido sordo pero profundo en las capitales financieras del mundo.

La sentencia en tiempo récord que prohíbe de por vida a CFK ejercer cargos públicos es leída puertas adentro del Palacio San Martín como una victoria judicial, pero afuera no genera el efecto deseado. Lejos de sumar credibilidad, incomoda, debilita y expone a la administración Milei a una contradicción flagrante: se proclama guardiana de la libertad, pero convive con un hecho que a ojos del mundo parece la clausura política de una figura clave de la democracia argentina.

«Decimos que somos la salvación de los valores de la libertad de Occidente y tenemos a la líder de la oposición presa. Eso nos quita prestigio internacional», reconoció un diplomático argentino en declaraciones a La Política Online, bajo reserva.


Libertad para los mercados, aspereza para la democracia

El gobierno necesita fondear reservas, cerrar acuerdos con organismos multilaterales y recuperar el crédito externo. Sin embargo, la imagen internacional de Milei ya no es la del outsider simpático que desafía al establishment, sino la de un mandatario radicalizado, aislado y excesivamente dependiente de un único referente: Donald Trump, hoy sumido en su propia pesadilla judicial y con niveles de rechazo sin precedentes en la interna estadounidense.

En este contexto, la Argentina se vuelve un caso incómodo para los mercados. No por su nivel de déficit —en descenso— ni por su performance fiscal —celebrada por el Fondo Monetario—, sino por la narrativa institucional que empieza a crujir. Las democracias occidentales que Milei dice defender no ven con buenos ojos el uso de herramientas legales para anular opositores, aunque no lo digan públicamente.


¿Justicia independiente o funcional al relato?

Si bien el gobierno se ampara en la independencia judicial y toma distancia formal del fallo, lo cierto es que la velocidad del proceso, el momento político y el capital simbólico de la figura condenada generan una sospecha inevitable: ¿era necesario ahora? ¿con este clima? ¿con una economía aún en fragilidad estructural?

La condena no sólo afecta la interna política argentina, sino que rompe la narrativa internacional que Milei necesita para posicionarse como líder global del mundo libre. El presidente pierde así parte del terreno ganado con sus giras y declaraciones altisonantes, y lo que debía ser una ofensiva libertaria queda teñida de aspereza autoritaria.


Solo con Trump: un abrazo cada vez más incómodo

La imagen de Milei como aliado incondicional de Trump —a quien visitó y elogió abiertamente— se convierte hoy en una carga diplomática. El expresidente estadounidense no solo enfrenta múltiples causas judiciales, sino que ha sido rechazado por amplios sectores del partido republicano, y su figura ya no representa una garantía de influencia global.

El libertarismo criollo, que buscaba colgarse del «Make America Great Again», queda entonces a la deriva entre los resabios de una derecha mundial desarticulada y el escepticismo de los centros financieros internacionales, que exigen institucionalidad tanto como ajuste.


¿Y ahora qué?

Milei sigue necesitando dólares. Necesita confianza, crédito, inversiones. Pero el clima que se construye alrededor de su figura empieza a perder atractivo global. Su discurso contra “la casta”, su desprecio por el multilateralismo y su relato apocalíptico sobre la política tradicional chocan de frente con la necesidad de acuerdos, garantías y señales claras.

Argentina no se convertirá en Singapur ni en Irlanda con motosierra en mano. El prestigio internacional no se sostiene con frases provocadoras, sino con instituciones fuertes, equilibrios claros y oposiciones vivas. Condenar a CFK en este momento, con este ritmo y esta visibilidad, es —para muchos observadores internacionales— un error no estratégico.


Entre el relato y el riesgo

La paradoja libertaria de Milei ya está sobre la mesa: ofrece libertad a los mercados, pero se le escapa la democracia por las rendijas del poder. Y si algo saben los inversores es que el dinero huye del riesgo institucional. La Argentina necesita más que disciplina fiscal: necesita confianza democrática.

La condena a Cristina no solo reconfigura el tablero interno, también afecta la lectura global sobre lo que realmente ocurre en la Argentina de Milei. Una gestión que quiere seducir a Wall Street, pero que se mira en el espejo roto de Trump. Y eso, por ahora, no parece garantía de nada.

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