Reforma laboral sin trabajo es humo: el eje es “trabajo digno para todos”, no la letra chica

Reforma laboral sin trabajo es humo: el eje es “trabajo digno para todos”, no la letra chica

Perico Noticias // El país discute la reforma laboral como si fuese la bala de plata. No lo es. Con pobreza récord, caída del salario real, cierre de pymes y una informalidad que roza a la mitad de los trabajadores, instalar la reforma como “tema único” es un absurdo estratégico. El debate central no es el formato del contrato, es la creación masiva de empleo digno. Sin trabajo nuevo y de calidad, cualquier reforma es decoración normativa sobre una economía vacía.

Primero, el contexto: Argentina atraviesa una recesión profunda, con consumo deprimido, crédito inexistente y demanda privada anémica. En ese tablero, modificar indemnizaciones, multas o regímenes de juicio laboral no fabrica demanda efectiva. A lo sumo, altera incentivos en el margen. El orden lógico es otro: trabajo → producción → ingreso → formalización. Invertirlo es confundir el mapa con el territorio.

Segundo, la política se equivoca de métrica. Mide “éxito” por leyes aprobadas o likes en redes, cuando el termómetro real es cuántos empleos formales se crean por mes, cuál es el salario del medio y cómo evoluciona la productividad. Si esos indicadores no suben, cualquier victoria parlamentaria es contabilidad creativa. Hablemos en serio: el país no necesita un cambio cosmético de artículos, necesita músculo productivo.

Tercero, la reforma laboral, bien diseñada, puede ser un complemento útil—no la agenda completa. Hablamos de beneficios portátiles (obra social, seguros y licencias que siguen a la persona), un seguro de empleo y formación que reemplace pasividad por recapacitación pagada, incentivos a la formalización (baja de cargas condicionada a alta neta de empleo) y arbitraje rápido para conflictos. Todo esto suma. Pero sin un plan de creación de puestos, es música sin orquesta.

Cuarto, el centro del tablero debe ser un Plan Nacional de Trabajo Digno Universal con metas, presupuesto y gobernanza público-privada. Proponemos cinco palancas concretas y medibles:

  1. Acelerador de Empleo PyME: reducción transitoria de contribuciones por cada alta neta (12–24 meses), atada a mantener plantilla y capacitar.
  2. Compras públicas inteligentes: cupos del 20–30% para PyMEs locales y economía del conocimiento, con cláusulas de empleo juvenil y femenino.
  3. Obra intensiva en mano de obra (vivienda, agua, rutas rurales, conectividad) con tableros de empleo en tiempo real por provincia.
  4. Clusters exportadores (agroindustria, litio-energía, turismo NOA, software) con ventanillas únicas y metas de empleo formal exportador.
  5. Cuidado y movilidad: jardines y transporte laboral cofinanciados—sin esto, medio país queda fuera del mercado.
  Sadir visitó el Talleres de Perico y participó de la inauguración de las nuevas luminarias del estadio

Quinto, salarios. La productividad no cae del cielo: se entrena. El Estado debe pivotear de “plan social” a plan laboral: certificaciones rápidas, prácticas rentadas y un bono salario-productividad cofinanciado por 12 meses para primeras contrataciones formales. La dignidad se construye con ingresos previsibles, no con adrenalina de changa.

Sexto, institucionalidad moderna: negociación colectiva por sector con cláusulas de productividad y piso de derechos no negociable (seguridad, licencias, no discriminación). Flexibilidad sí, precariedad no. El siglo XXI pide tanto teletrabajo regulado como turnos comprimidos, y una justicia laboral rápida, digital y previsible. Menos litigio eterno, más solución temprana.

Séptimo, financiamiento. No alcanza con voluntad. Se requieren fondos contracíclicos para empleo, reorientar gasto ineficiente hacia capex útil y abrir ventanas de inversión multilateral atadas a metas de empleo formal. La señal al inversor no es un hilo de X; es un pipeline de proyectos, reglas claras y tablero de control público.

Octavo, ética y liderazgo. La dirigencia debate instrumentos y esquiva la urgencia moral: trabajo digno universal como contrato social básico. Cuando la política confunde prioridades, el mercado la corrige con más pobreza y más fuga de talento. El mensaje debe ser nítido: toda medida que no aumente empleo formal y el salario del medio es secundaria. Todo lo demás es ruido.

Noveno, hoja de ruta y control ciudadano. Fijemos metas: 500.000 empleos formales netos en 24 meses, salario mediano real +15%, informalidad −10 p.p. Publicar cada mes el “semáforo del trabajo”: verdes y rojos por provincia y sector. Si no se cumple, se corrige el plan, no se inventa un relato.

Perico Noticias sostiene una posición simple y contundente: la reforma laboral puede ayudar, pero sin un plan nacional para crear trabajo digno es humo de colores. El norte es uno: trabajo digno para todos. Lo demás, complemento.

  Trump quiere dolarizar a la Argentina: el plan, los riesgos y la verdadera factura


¿Desde que asumió Javier Milei, ¿tu situación económica personal?

Comentarios

Aún no hay comentarios. ¿Por qué no comienzas el debate?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *