Cuando bajan las tasas en serio en un país con inflación alta, no nace el crédito: nace la corrida
Un recorte de tasas que no enamora, espanta
El Banco Central decidió bajar la tasa de referencia al 20% para “dinamizar la actividad” y abaratar el costo del dinero. En un manual de país normal, eso serviría para que las empresas se financien, las familias tomen créditos y arranque el consumo.
En Argentina, con inflación muy por encima de ese 20%, el mensaje es otro: nadie en su sano juicio deja plata en pesos a esa tasa.
El resultado es inmediato:
- El plazo fijo pierde atractivo.
- Se apaga el carry trade (la bicicleta financiera en pesos).
- Y la única “tasa” que mira el mercado es la del dólar.
Inflación alta + tasa baja = invitación abierta a la fuga
Cuando el rendimiento de los pesos queda por debajo de la inflación esperada, la cuenta es sencilla hasta para el ahorrista más chico:
- Si te quedás en pesos, perdés.
- Si te vas al dólar, al menos no te licúan.
Por eso la baja de tasas no está reactivando la economía real, está fogoneando la presión cambiaria: crece la demanda de dólares financieros, suben las cotizaciones paralelas y se recalienta la brecha. El Banco Central queda atrapado: si sube tasas, mata la ya golpeada actividad; si las baja, alimenta la corrida.
Fin de la bicicleta: el casino cierra… y todos corren a la caja
Durante meses, el Gobierno vendió el cuento de la “normalización” apoyándose en tasas elevadas que atraían pesos al carry trade:
- Fondos, bancos y grandes jugadores entraban en títulos en pesos,
- Se hacían una diferencia,
- Y mientras tanto el dólar quedaba parcialmente contenido.
Cuando se pincha esa rueda porque la tasa se derrumba, el comportamiento es automático: los mismos que entraron a jugar salen todos juntos hacia el dólar. No porque “odian a Milei”, sino porque el incentivo objetivo cambió. El modelo se sostiene mientras la bici rinde; cuando deja de rendir, el refugio es uno solo: la moneda que el propio Gobierno desprecia en el discurso, pero necesita desesperadamente para pagar deuda y evitar default.
El dilema del Gobierno: crédito productivo o dólar desbocado
La baja de tasas expone un dilema brutal:
- Si se mantienen tasas altísimas, no hay crédito, no hay inversión y la recesión se profundiza.
- Si se bajan fuerte, se pierde el ancla financiera que contenía, de manera precaria, al dólar.
En una macro sin programa serio de crecimiento, sin superávit externo sostenible y sin confianza política, no hay salida mágica: el ajuste por tasa se transforma en presión cambiaria, y la presión cambiaria termina en inflación y más pobreza.
Un sistema que premia al especulador y castiga al laburante
El problema no es solo económico, es moral:
- Al que invierte en máquinas, stock y empleo, el sistema lo deja expuesto a la volatilidad del tipo de cambio y a impuestos asfixiantes.
- Al que se limita a “entrar y salir” de bonos, futuros y dólares, le ofrece la mejor relación riesgo/beneficio.
Mientras tanto, la clase media ve una película repetida:
- Suben los dólares,
- Suben los precios,
- Se licúan salarios y jubilaciones,
- Y el relato oficial habla de “orden macro” que nadie siente en el changuito.
El espejismo del “dólar planchado” y la bomba en cámara lenta
La baja de tasas, lejos de consolidar estabilidad, rompe la ficción de que se podía sostener un dólar tranquilo solo con relato y voluntad política. Sin dólares genuinos (exportaciones fuertes, inversión real) y sin confianza, toda estrategia se reduce a administrar el tiempo de la próxima crisis.
Hoy el Gobierno apuesta a:
- Conseguir financiamiento puente para llegar a enero,
- Patear vencimientos,
- Y seguir improvisando parches monetarios y cambiarios.
El problema es que el mercado ya leyó la jugada: menos tasa = menos ganas de quedarse en pesos. Cada punto de tasa que se recorta sin plan integral es un empujón más hacia la dolarización privada.
O modelo productivo, o seguir jugando a la ruleta
La verdadera discusión no es 20% vs 30% de tasa. La discusión es otra:
- ¿Vamos a seguir siendo un país donde el negocio es especular con el tipo de cambio?
- ¿O vamos a construir un esquema donde el mejor negocio sea producir, exportar, innovar y emplear?
Mientras el Estado no ordene su estructura, no cambie la matriz impositiva regresiva y no genere reglas claras para la inversión productiva, cada baja de tasa será una invitación a la corrida, no al crédito.
La Argentina no se queda sin dólares porque baje la tasa. Se queda sin dólares porque el que puede ahorrar y arriesgar prefiere salir del juego antes que seguir financiando un sistema que, una y otra vez, le paga mejor a la fuga que al trabajo.
