Zelensky se quedó solo, Ucrania a días de la capitulación, ganó Rusia

La imagen de Volodímir Zelensky saliendo de la Casa Blanca con el gesto desencajado fue la confirmación de lo que muchos ya sospechaban: Ucrania ha quedado sola. Sin el apoyo de Estados Unidos, la guerra está perdida. Las señales estaban ahí, pero el presidente ucraniano parecía aferrarse a una ilusión que ya no tenía sustento. Ahora, a contrarreloj, busca desesperadamente una última carta, pero el tablero geopolítico le ha dado la espalda.

Desde el inicio del conflicto, Kiev dependió del respaldo militar y financiero de Occidente, principalmente de Washington. Pero el desgaste político, el rechazo creciente dentro de EE.UU. a seguir financiando un conflicto sin una victoria clara, y las prioridades de Donald Trump, que mira su regreso a la presidencia con una estrategia distinta, han dado un golpe mortal a la resistencia ucraniana. La reunión entre Zelensky y Trump no fue más que la escena final de una tragicomedia diplomática: la puerta se cerró en la cara del líder ucraniano y el mensaje fue claro: No hay trato, váyase.

El punto de quiebre fue la negativa de Zelensky a aceptar los términos impuestos por Washington en el acuerdo sobre las tierras raras de Ucrania. Desde hace meses, Estados Unidos presionaba para asegurar el control sobre estos recursos estratégicos, fundamentales para la industria tecnológica y militar. Sin embargo, el mandatario ucraniano intentó jugar una carta propia y el tiro le salió por la culata. Trump, junto con su aliado Mohammed bin Salman (BS), le hicieron pagar el precio. La escena en la Casa Blanca dejó claro que el juego había terminado y que Zelensky había cometido el peor error de su vida: desafiar a sus patrocinadores.

El enfado era evidente en la sala. Zelensky intentó salvar la situación, pero ya no había margen de maniobra. Las gesticulaciones de su asesora en la audiencia lo decían todo: el pánico se había instalado en la delegación ucraniana. El quiebre con EE.UU. se hizo oficial cuando la prensa internacional reportó la cancelación de la rueda de prensa conjunta y la abrupta salida de la comitiva ucraniana. La guerra estaba perdida y, lo que es peor, el propio Zelensky se encontraba ahora en una encrucijada personal. La historia no lo juzgará como un héroe, sino como un líder que llevó a su pueblo a una carnicería evitable.

Con Washington fuera de juego, el último intento de Zelensky fue apelar a sus aliados europeos. Llamadas frenéticas a Macron, Rutte y Scholz marcaron las siguientes horas. ¿Podría Europa salvar a Ucrania en el último minuto? La respuesta es un rotundo no. Sin el paraguas de la OTAN, ningún país europeo tiene la capacidad de sostener un conflicto de esta magnitud. La reunión prevista con líderes europeos no será más que una foto de despedida, un gesto simbólico para no dejar a Zelensky completamente huérfano. Pero nadie en Bruselas está dispuesto a enfrentarse a Moscú sin el respaldo de EE.UU.

Europa está dividida. Mientras algunos líderes intentan mantener la fachada de apoyo a Kiev, otros ya miran el reloj esperando el momento en que puedan reanudar relaciones con Rusia sin quedar como traidores. Con Xi Jinping confirmado para asistir a la conmemoración del Día de la Victoria en Moscú y Trump negociando en la sombra, el nuevo orden mundial se está reconfigurando ante nuestros ojos. Un mundo multipolar está naciendo y Zelensky es un actor secundario en esta historia.

Zelensky ha perdido. Ucrania se desmorona y su destino está sellado. Sin dinero, sin armas y sin aliados, solo le queda una última jugada: encontrar una salida personal antes de que la historia lo devore. ¿Se exiliará? ¿Negociará su rendición con Moscú? Los próximos días definirán el epílogo de esta tragedia.