Redacción Perico Noticias // Desde su promulgación en 2021, la Ley de Etiquetado Frontal ha sido blanco de críticas tanto por su impacto negativo en la industria alimenticia como por sus escasos resultados en términos de salud pública. Hoy, especialistas y activistas, como el Prof. Jorge Lindon, recuerdan que este fracaso no fue una sorpresa, sino un desenlace anunciado. En su obra “Diezmados”, Lindon ya había advertido que esta normativa no mejoraría los indicadores sanitarios, como se demostró en México y Chile.
Una ley que encarece sin educar
El Prof. Jorge Lindon, Pte. de Fundación ECCOS, especialista en mitigación de factores de riesgo modificables, explicó que el etiquetado frontal no solo no logró su objetivo de mejorar la salud pública, sino que encareció los productos y afectó la competitividad de la industria nacional. “Los consumidores no están más saludables. El costo de los productos subió, y seguimos sin abordar el problema real: la falta de movimiento y hábitos saludables», declaró.
Según Lindon, el etiquetado frontal se basó en un enfoque punitivo y confuso. “Clasificar alimentos como ‘buenos’ o ‘malos’ no educa, solo genera un rechazo emocional que fomenta trastornos alimentarios y desinformación», agregó.
Un modelo que no cumple
Especialistas en nutrición, como Laura Romano, han señalado que la ley pudo empeorar problemas de salud mental al inducir comportamientos obsesivos. «La idea de evitar cualquier producto con sellos ha generado confusión y alimentado trastornos alimentarios», afirmó Romano. Además, con el 70 % de los productos llevando algún sello, el impacto de la ley se diluye: «Si todo tiene sello, nada importa», concluyó.
El diputado Alejandro Bongiovanni también criticó la ley por su carácter excesivamente paternalista: «No educó ni informó; confundió al consumidor con una narrativa simplista que no aborda la complejidad de la nutrición».
Impacto en la industria y el comercio exterior
Desde la industria alimenticia, las críticas son igualmente contundentes. El presidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja, calificó la modalidad del etiquetado como «un sistema que no informa, solo disuade». Este modelo no solo dañó la competitividad local, sino que también afectó las exportaciones al generar asimetrías legales y logísticas dentro del Mercosur.
El Centro de la Industria Lechera (CIL) advirtió que productos tradicionales como los quesos fueron estigmatizados, afectando la percepción del consumidor y debilitando los mercados internacionales de la Argentina. Por su parte, la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina señaló que el etiquetado frontal se transformó en un modelo «inequitativo» que perjudica a las empresas nacionales frente a la competencia externa.
¿Qué dice el Gobierno de Javier Milei?
En medio de este debate, el gobierno de Javier Milei se suma al cuestionamiento de la ley. Bajo una política orientada a la competitividad económica, el gobierno prepara medidas para revisar o eliminar normativas que, como el etiquetado frontal, han demostrado ser más perjudiciales que beneficiosas.
Sin embargo, el Prof. Lindon advierte que esta revisión será insuficiente si no incluye acciones proactivas: «No basta con revertir políticas fallidas; es urgente implementar medidas que fomenten el movimiento y la educación en hábitos saludables. La salud pública no se mejora con burocracia, sino con acción».
La solución está en el movimiento
La obra de Lindon, «Diezmados», pone el foco en los verdaderos factores de riesgo: el sedentarismo y la falta de educación en estilos de vida saludables. Su visión apunta a políticas que promuevan el acceso al deporte, la actividad física y la alimentación consciente, alejándose de modelos punitivos y confusos.
“En lugar de sellos, necesitamos espacios accesibles para la práctica deportiva, incentivos para la producción local de alimentos frescos y educación desde la infancia sobre la importancia del movimiento. El movimiento no es solo ejercicio; es salud, economía y desarrollo humano”, concluye Lindon.
Un llamado a políticas efectivas
El caso del etiquetado frontal deja una lección clara: las soluciones simples no funcionan en problemas complejos. Mientras el gobierno de Milei busca desregular y fomentar la competitividad, el desafío está en ir más allá de la crítica y avanzar hacia políticas que aborden la raíz de los problemas.
Argentina enfrenta una encrucijada: seguir en el camino de las regulaciones ineficaces o reinventar su enfoque sanitario con medidas integrales que prioricen el movimiento, la educación y la equidad. Jorge Lindon ya dio la advertencia; ahora queda actuar antes de que otro fracaso sea anunciado.