Por qué las familias sacan a sus hijos de la escuela pública

Región Norte Grande || Las provincias que muestran mayor retroceso en la matrícula estatal son Corrientes, Chaco, Tucumán, Misiones, Salta, Santiago del Estero y Entre Ríos.

Son padres que, siendo defensores de la educación estatal, decidieron migrar hacia escuelas de gestión privada y revelan sus razones. En todo el país, fueron 31.000 los chicos que siguieron ese camino.

Para algunos fue determinante la cantidad de días de clases perdidos por paros, asambleas o ausentismo docente. A otros los preocupó más la inseguridad existente en el entorno escolar. Varios lo pensaron, pero decidieron esperar. Otros se animaron a tomar una decisión que, en un principio, aseguran que los llenó de angustia, pero de la que no se arrepienten.

Con la firma de la periodista Luciana Dalmagro, El Diario de Paraná refleja las historias de dos familias que explican en parte la baja de la matrícula en las escuelas públicas que quedó evidenciada en las últimas estadísticas oficiales, difundidas el año pasado, y probablemente se constate en las que están actualmente en etapa de procesamiento.

Desilusión

«Lara no va mañana. La cambié a una escuela privada». El escueto mensaje en el grupo de whatsapp de mamás y papás de los chicos que venían juntos desde jardín y empezaban primer grado en la Escuela Normal de Paraná cayó como un balde de agua fría, pero no sorprendió del todo. El inicio del ciclo lectivo 2016 se presentaba frustrante por la sucesión de paros docentes, el año anterior había terminado con un dictado de clases muy irregular y en más de una familia se evaluaba por esos días una decisión similar.

Agustina Bergomás, emprendedora del rubro textil, y su esposo, desarrollador de software, fueron algunos de los tantos padres que, defensores de la educación pública y formados en ella desde la primaria hasta la universidad, iban a cambiar a su hija mayor a una escuela privada.

Bergomás evocó ante este medio su participación activa en los grupos de padres en defensa del derecho a la educación que elevaron notas a gremialistas y gobernantes y recorrieron los medios con su preocupación a cuestas meses atrás. «Me comprometí personalmente, ya que los chicos tenían clases dos o tres veces por semana, pero nos desilusionamos a fines del año pasado al percibir que el problema era mucho más profundo, ya que tanto para los gobiernos de turno como para el gremio docente la situación estaba naturalizada y no conseguimos que alguien nos diera una respuesta», relató.

«Tomamos la decisión con muchísima angustia en medio de lo que debería haber sido la primera semana de clases. Inscribimos a la nena en una escuela privada que conocíamos y nos gustaba y allí fuimos. Insisto en que para nosotros fue muy angustiante y así se lo planteamos a las autoridades del nuevo colegio», confió.

Más allá de lo que Bergomás describe como un «sacrificio económico muy grande» que implica pagar la cuota, están conformes: «Tenemos la tranquilidad de que nuestra hija va todos los días a la escuela, que tiene a la misma maestra y está mucho más contenida. No nos arrepentimos para nada y la verdad es que fue mucho más difícil para nosotros los grandes que para la nena, pese a que el cambio fue mucho, ya que no abarcó sólo a los compañeros, sino aspectos que van desde las dimensiones del edificio hasta los métodos de enseñanza», expuso.

Descontrol

La angustia también está presente en el relato de Carolina Atencio, empleada pública que cursó sus estudios primarios, secundarios y universitarios en la órbita estatal, al igual que su esposo, que además estudió una segunda carrera en una universidad privada.

«Elegimos la escuela pública para nuestros hijos por una cuestión de principios porque creemos en un Estado fuerte, por nuestro recorrido en instituciones públicas y porque no nos parece que haya una cuestión de calidad educativa diferencial significativa entre escuelas públicas y privadas», explicó Atencio.

La decisión del cambio de escuela de su hija mayor, Renata, llegó en la mitad de primer año del secundario de la Escuela Normal. «Con mucha angustia decidimos cambiarla. En esa etapa se habían reorganizado los grupos y notamos mucho descontrol. Hubo situaciones violentas y de desprotección en el aula y falta de acompañamiento y contención, sumado a la cantidad de días y horas sin clases en los que los chicos quedaban a la deriva», enumeró.

Atencio mencionó también «un episodio de robo, amenazas y una charla con los directivos en la que reconocieron las dificultades de la institución para garantizar el derecho de acceso a la educación, el de los trabajadores docentes y el de la integridad física, que era el que por entonces más nos preocupaba».

«Sentimos que no podíamos seguir sosteniendo las banderas de la educación pública con el cuerpo de nuestra hija. Hablamos del tema con nuestros dos chicos. Renata quería cambiarse, pero su hermano no porque en la primaria y en su grupo se sentía cómodo. Él continúa en la escuela primaria pública y ella hace el secundario en una privada», indicó.

En líneas generales, la familia está conforme con la decisión, no porque haya una calidad educativa distinta en la nueva escuela, sino porque hay clases todos los días y hay acompañamiento y contención por parte de la institución en el proceso de convivencia y aprendizaje.

«Es una decisión que nos resulta costosa incluso en lo económico porque siempre quisimos que tengan una educación laica y elegimos una escuela privada que no tiene subvención del Estado, pero Renata lo vivió con mucha naturalidad, se adaptó rápido y sumó afectos», relató Atencio, al tiempo que contó que su hija continúa en contacto con muchos de sus ex compañeros.

«Como padres solíamos preocuparnos por los contenidos aprendidos y por el rendimiento escolar que se veía en el resultado de un examen o en los boletines. Hoy valoramos más darle lugar a cómo se sienten y cómo sobrellevan la convivencia con la heterogeneidad y diversidad propia de cada grupo de compañeros», concluyó.

Éxodo en números

Los datos, difundidos el año pasado, son los últimos que se conocen y corresponden al Anuario Estadístico del Ministerio de Educación de la Nación.

Las provincias que muestran mayor retroceso en la matrícula estatal son Corrientes (6.551 alumnos menos), Chaco (4.370) y Tucumán (4.208). Un poco más abajo figuran Misiones, Salta, Santiago del Estero y Entrte Ríos.

En todo el país, fueron 31.000 chicos los que pasaron de escuelas públicas a privadas.

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