Milei, el candidato fanático del mercado que no convence al mercado

 Milei, el candidato fanático del mercado que no convence al mercado

Historia de Alejandro Rebossio // Al pueblo de Greenwich, en el estado de Connecticut, a una hora y cuarto del centro financiero de Nueva York, el centenar de familias argentinas que lo habitan lo llaman Little San Isidro. Allí tiene casa Gerardo Mato, alias Gerry, un argentino que hasta hace poco trabajaba en HSBC, ese banco británico donde en los 90 se desempeñaron Javier Milei o Máxima de los Países Bajos. Allí se juntaron este jueves por la noche dos emisarios del candidato presidencial libertario, el banquero y aspirante a senador Juan Nápoli y el asesor financiero Darío Epstein, en una cena informal con ejecutivos interesados en la Argentina, la mayoría de ellos argentinos. Antes del encuentro, Epstein le había contado a elDiarioAR que iban a escuchar lo que sus interlocutores opinaban, no a explicar sus planes de gobierno. Pero no era eso lo que esperaban muchos de los que participaron de la comida, cerveza en mano.

«Los pibes están en bolas», concluyó uno de los comparecientes cuando le relató por Whatsapp la reunión a un inversor argentino residente en el extranjero. Este mismo recogió comentarios de un segundo asistente: «Sólo decirles que están en pelotas. Y que los clientes no se fueron muy contentos. Cero respuestas a temas monetarios, sí énfasis en lo fiscal. Sobre las Leliqs (Letras de Liquidez, que son la deuda del Banco Central con los bancos, que asciende a $19 billones que fueron contraídos con la plata de los ahorristas en plazo fijo) no dicen nada. Ven escenario de híper si ellos ganan poselección de octubre, que licúa todo». Recibió un tercer mensaje de otro comensal: «La gente se fue muy caliente. Preguntas, repreguntas… y respuestas evasivas. Sólo responden lo fiscal. Muy ‘naive’ en lo político, se creen tener el apoyo automático para todo. Cero propuesta real de dolarización y despesificación. Pocos PM (project managers) gringos. Muchos PM argentos (de fondos gringos, sí) y banqueros».

Un inversionista de Wall Street que no es argentino no quiere dejar rastros por Whatsapp y llama a este cronista para contar que envió a su gente al encuentro y terminaron mirando más el vaso medio vacío que el lleno: «Fue todo improvisado. Cuando hablan de temas fiscales, los números no cuadran. Lo más positivo es que vengan a escuchar ideas, que las acepten, pero también eso muestra que no tienen nada. Los más negativo es eso, que no tienen nada. Esperaban a ver si traían algo. Se ven problemas de gobernabilidad. Hay que ver qué arma».

Este ejecutivo comenta que hay clientes que celebran que «el electorado vote por una alternativa diferente», pero advierte que «a veces en Latinoamérica votan una cosa y al año siguiente cambian». «Es cierto que el electorado está molesto, le gusta que le griten a los políticos, a la casta, pero no necesariamente está más pro mercado, a favor de un Estado más pequeño», analiza.

De todos modos, recuerda que «hay mucho desgaste» del inversor financiero con la Argentina: «No hay esperanza de lo que viene a futuro, no está claro que haya algo sustentable ni cómo puede aplicarse. Si el programa depende de la confianza, le va a ir mal. Si esperan juntar US$30.000 millones para dolarizar, olvídate. La Argentina es el país con menos credibilidad en el mundo, menos que Venezuela, que aunque sea cumple con las ideas locas que tiene. La Argentina es un mercado bien inhóspito hoy día, en un mundo inhóspito. Los flujos internacionales no van a mercados emergentes, y menos a la Argentina. Hay países con mejor ‘track record’ (historial) que no tienen acceso al mercado, como Egipto, El Salvador y Ecuador». Estos últimos dos están dolarizados.

Otro gestor argentino de patrimonios en Wall Street recibió los mismos comentarios negativos del encuentro. «Desorganizados, no hay un mensaje claro, no hay planes concretos», le comentaron. Por ahora, los inversores financieros interesados en apostar por la Argentina son pocos: «Los únicos que quieren entrar son los que compran Zambia o Sri Lanka», exagera.

Un analista de un banco internacional que almuerza mero en el restaurante Happening de Puerto Madero cuenta que entre sus clientes del exterior, algunos de ellos argentinos, hay tres actitudes mirando a la Argentina de Milei: «Unos tienen colocaciones en pesos y está viendo cómo salir. Otros ya se fueron hace tiempo de la Argentina y no piensa volver. Y están los que invierten en mercados de frontera, gane quien gane».

Circula un informe del politólogo Ignacio Labaqui que advierte a los inversores sobre «desafío de la gobernabilidad»: «Milei no contará con mayoría en ninguna de las dos cámaras. De hecho, incluso con una mejor elección que la de las primarias, no llegará a tener un tercio ni del Senado ni de la Cámara Baja. Las implicancias de ello no son menores. Sin un tercio de los escaños en el Congreso Milei no tendría un escudo legislativo suficiente para protegerlo de un eventual pedido de juicio político. Tampoco podría resistir una insistencia del Congreso frente a un veto presidencial a una ley que no sea de su agrado.

Un eventual gobierno de Milei podría optar por dos caminos:

1. Tratar de gobernar en base a decretos de necesidad y urgencia, y consultas populares. Esta fórmula es problemática por varias razones: a) los DNU no pueden utilizarse para cuestiones tributarias, de legislación penal, electoral y de partidos políticos; b) los DNU deben ser revisados por el Congreso. La legislación actual establece que con el visto bueno de una sola Cámara alcanza para que un DNU quede vigente. Pero Milei no contaría con una cámara, y la ley que regula los DNU podría ser modificada fácilmente; c) la consulta popular es costosa de organizar, lleva tiempo, no es vinculante cuando la convoca el Ejecutivo, el voto no es obligatorio y no puede usarse ni para temas en los que la Constitución fija mayorías agravadas (reforma constitucional, ley del Consejo de la Magistratura y Ministerio Público, coparticipación federal de impuestos, etc.) o en los que una cámara tiene iniciativa exclusiva.

2. Armar una coalición de gobierno con sectores de Juntos por el Cambio y del peronismo. Un eventual triunfo de Milei pondría en crisis al actual sistema de partidos. Es improbable que Juntos por el Cambio y Unión por la Patria subsistan después de las elecciones ante un triunfo de Milei. Ello dejará a muchos cuadros disponibles para sumarse a un eventual gobierno de La Libertad Avanza. Esta alternativa le daría mayor estabilidad a un gobierno de Milei».

También hay dudas a futuro de los inversores de la economía real. Esta semana, el portal brasileño de moda Dafiti cerró en la Argentina y la norteamericana de higiene Procter & Gamble (P&G) vendió una de sus dos plantas en el país a un empresario local. La petrolera estadounidense ExxonMobil empezó a tantear el mes pasado compradores para sus activos en Vaca Muerta porque no los considera estratégicos, tal como anticipó la periodista Florencia Donovan en un artículo de La Nación que se titula ‘La política piensa en cómo quedarse; los inversores extranjeros, en cómo salir’.

Al mismo tiempo, el banco brasileño Itaú vendía su filial local al Macro por apenas US$50 millones. Es parte del éxodo de empresas que comenzó con la crisis del gobierno de Mauricio Macri en 2018, se profundizó con la gestión de Alberto Fernández, pero que tampoco logra disipar la perspectiva de que un fanático del mercado como Milei llegue al poder. No obstante, en una de las cámaras de comercio bilateral más relevantes del país confía en el interés que despiertan sectores como la minería (incluido el litio), los hidrocarburos o el campo: «Cada caso que se va es diferente, tanto en las razones como en su estrategia. No hay una tendencia sólida de salida de empresas, y menos aún a cuatro meses de un cambio de gobierno».

En una encuesta de la consultora norteamericana EY a 70 grandes empresas presentes en la Argentina, sólo el 30% prevé en 2024 elevar sus inversiones respecto a este año. En 2022, el 41% planeaba invertir más al año siguiente. El optimismo respecto de 2024 es el segundo más bajo que mide EY en la Argentina desde 2018. Sólo en el 2020 pandémico fue peor: entonces apenas 25% proyectaba que invertiría más en 2021.

AR/JJD

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