Jujeño especialista en seguridad internacional opinó sobre la despolitización de las Fuerzas Armadas en Brasil, impulsada por Lula

 Jujeño especialista en seguridad internacional opinó sobre la despolitización de las Fuerzas Armadas en Brasil, impulsada por Lula

Hace muchos años, un viejo profesor dijo: “Un Ejército apolítico es un Ejército que no conoce su oficio”. Con estas palabras el docente aludía al carácter esencialmente político, a nivel global, de las fuerzas de un Estado.

Las Fuerzas Armadas son uno de los soportes del Estado en el plano interno y en la política internacional. Esta ultima ratio regum (último argumento de los reyes) ha sido siempre una realidad, aunque haya sido atemperada por la democracia moderna.

Si la guerra es la política, sus ejecutores son instrumentos políticos. Si el Estado moderno tiene por misión pacificar la sociedad es decir, evitar la guerra civil, sus medios coactivos son de la más pura estirpe política.

En el caso concreto de Brasil, el Presidente Luis Inácio Lula da Silva, se propuso “desmilitarizar el Gobierno y despolitizar los cuarteles”, resaltando desde su concepcion el carácter apolítico de las Fuerzas Militares.

En cuanto al primer objetivo de su decisión, está dentro de sus facultades remover a cualquier funcionario, en el Poder Ejecutivo, sean éstos civiles, militares o policías, con lo cual no hay objeción alguna.
El problema será en el Poder Legislativo:
Brasil tiene una auténtica explosión desde la llegada al poder del ultraderechista Capitán Jair Bolsonaro. En los comicios del 2022, fueron elegidos 115 uniformados (incluidos dos de los 27 gobernadores).
Ellos deberán cumplir y terminar sus mandatos…

Respecto a “despolitizar los cuarteles”, y por ende a quienes lo integran, creo que no le será tan fácil.
Tal vez la “apoliticidad” no sea el concepto apropiado. Lo que realmente se le exige a la institución es el “a-partidismo”, que significa la desvinculación de las Fuerzas Armadas de todo partido, movimiento o grupo dedicado a la actividad política.
Lo que sí creo legítimo y legal hacerlo, es regular y reglar el derecho a la participación política de sus
miembros: NO pueden hacerlo mientras están en servicio activo; SI una vez que se retiran o son separados de las respectivas fuerzas.

Las Fuerzas Armadas no deben caer en la confrontación con quienes buscan alcanzar el poder. Pero esto no significa un apartamiento intelectual de las realidades políticas.

Si se hojea alguna publicación militar, de seguridad o policíaca especializada de un país desarrollado y democrático, se puede ver que como sus uniformados comprenden la necesidad de una formación política profunda: para entender cuál es su papel de asesores y consejeros de los gobernantes en materia de defensa y seguridad, cuáles son los límites del poder de las armas en la decisión política, y cuál es su puesto en la sociedad.

El militar profesional contemporáneo no puede ser apenas un experto en cuestiones técnicas y un desconocedor de las realidades políticas y sociales de su entorno. Necesita elementos de crítica de su propia práctica profesional, que incluyan un entendimiento cabal del sitio institucional que ocupa su organización dentro del Estado, pues los mandos participan en procesos de toma de decisiones que no se pueden escindir del complejo mundo de las políticas públicas.

Los problemas comienzan cuando los militares se salen de marco estricto del a-partidismo, cuya esencia es la no deliberación en las cuestiones políticas. En ese punto sí es posible volver al discurso del Presidente Lula y de cualquier otro en el mundo y repasar aquella advertencia que hizo Juan Antonio Lleras, escritor neogranadino quien dijo: los militares “no pueden deliberar porque si deliberan lo hacen armados”.

Así pues, las Fuerzas Armadas están politizadas, pero no es ese el problema grande. El problema es que en ellas se delibera, así sea de manera inorgánica. Los cuarteles arden de comentarios que antes no se hacían.

No importa que mucho de lo expresado allí resulte ingenuo – las posiciones revelan una cultura política muy poco elaborada, llena de las exageraciones y caricaturas-. La deliberación agrieta la disciplina y daña el papel de guardianes desinteresados de un orden constitucional.

Así se pierde el significado de la democracia. Esta siempre ha sido débil en Latinoamérica en general, pero nunca había estado tan subvertida como ahora, incluso en entidades del Estado que representan la juridicidad y el predominio de la ley sobre las morales particulares.

Los militares y policías no se merecen ser utilizados de esta manera. Ellos han puesto su vida al servicio de ideas como el Estado de Derecho, los derechos humanos, las libertades públicas y la democracia. No se les puede conducir al oscurantismo y al totalitarismo. Su sacrificio merece mejores respuestas, ya que en el fondo, son trabajadores, y como tales, merecen ser considerados ciudadanos de primera, como cualquier otro trabajador, con derecho a agremiarse. sindicalizarse, en defensa de mejores condiciones laborales, a un salario digno y decente…

Confederación de Trabajadores Policiales y Penitenciarios de Latinoamérica

Lic Luis Alberto Miranda
Secretario General de la Confederación de Trabajadores Policiales y Penitenciarios de Latinoamérica (CTPPL)

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