Privilegios libertarios favorecen a la Tabacalera Sarandí que ya posee el 35% del mercado

 Privilegios libertarios favorecen a la Tabacalera Sarandí que ya posee el 35% del mercado

Por Antonio D´Eramo //El poder de lobby, un hecho activo por el cual un individuo o una institución se reúne directamente con un legislador o un miembro del estado para trata de influir en las acciones políticas, parece ser el arma principal de Pablo Otero, el «Señor del Tabaco» según lo apodó, el presidente, Javier Milei para continuar sacando ventajas al sistema impositivo nacional que le permite vender cigarrillos a precios más bajos que los de sus competidores.

La historia del desbarranco de la monumental Ley ómnibus en el Congreso se llevó consigo partes que, bien analizadas, pueden justificar los improperios a los que tiene acostumbrado a la ciudadanía, Javier Milei.

Si bien muchos se rasgan las vestiduras por los insultos del tipo, «valijeros» o diputados que pertenecen a un «nido de ratas», la realidad indica que sus acciones en defensa de intereses parciales muchas veces abren polémicas difíciles de saldar.

Tabacalera Srandí y un privilegio polémico le permitió crecer en el mercad 

Es el caso de Tabacalera Sarandí que, en sociedad con la multinacional británica Imperial Brands, cuarta tabacalera mundial, produce y comercializa en la Argentina marcas secundarias de cigarrillos como Red Point, West o Nevada, cuyos volúmenes de venta aumentaron notablemente por ofrecer precios al consumidor final más competitivos en medio de una crisis económica inflacionaria y recesiva.

Fumar será un placer, pero es caro y los que tienen la afición por el cigarrillo lo saben al comparar los precios de los productos de Massalin Particulares, con marcas como, Phillip Morris, Marlboro o Chesterfield y de la British American Tobacco que ofrece sus productos Camel, Lucky Strike, entre otros, frente a las marcas de la Tabacalera Sarandí con precios más bajos por haber conseguido cautelares en la justicia para no pagar un impuesto modificado durante la administración de Mauricio Macri.

En 2016, Tabacalera Sarandí, que en ese entonces tenía una mínima porción del mercado de cigarrillos y hoy cuenta con más del 35% del mercado, consiguió una cautelar en la Justicia en lo contencioso administrativo para no pagar el impuesto interno. Esta decisión le permitió generar un ahorro cercano a los 2.000 millones de dólares según fuentes de la industria tabacalera.

Pablo Otero, apodado por Milei como «el señor del tabaco» es el dueño de Tabacalera Sarandí.

Tabacalera Sarandí: amparo judicial para vender cigarrillos baratos

El caso se encuentra a disposición de los jueces de la Corte Suprema de Justicia y deberá fallar sobre la cuestión de fondo porque Otero aseguró en su presentación judicial que el impuesto interno mínimo es inconstitucional.

En el año 2022, los abogados de la empresa, entre los que se encuentra Maximiliano Rusconi ,ex defensor de Cristina Kirchner, consiguieron que el juez federal Enrique Lavie Pico otorgara una medida de amparo hasta que se resuelva el fondo de su reclamo por la constitucionalidad del tributo luego que la Corte revocara la medida cautelar que tenía.

La administración de Javier Milei, cuyo norte es conseguir el déficit fiscal cero en un país con necesidades extremas, comenzó por introducir, en la ley ómnibus caída, un aumento a las retenciones al sector tabacaleros del 15% de sus exportaciones que fue lo primero que eliminaron los diputados.

También propuso eliminar el impuesto mínimo de la polémica, pero, en este caso, el poder de lobby del «Señor del Tabaco» mostró todo su poder de acción sobre los representantes del pueblo y, no sólo, no se eliminó el tributo, sino que se aumentó la alícuota de otra carga fiscal.

Casi como si se tratara de una comedia italiana, Otero por un lado plantea la inconstitucionalidad del impuesto mínimo, pero, en silencio festeja y sonríe al enterarse que la alícuota del gravamen de otro impuesto, el denominado interno, iba a subirse dos puntos del 73% al 75%, decisión que afecta en mayor medida a sus competidores y perpetúa su posición en el mercado.

La eventual eliminación del impuesto Mínimo solicitada por Javier Milei hubiera puesto en aprietos a Otero de Tabacalera Sarandí porque, gracias a los amparos judiciales no paga ese tributo, lo que le permite vender atados de cigarrillos más baratos.

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Denuncian fuerte poder de lobby de empresas tabacaleras en el Congreso.

Demanda de la AFIP contra la empresa de Pablo Otero

La hipotética eliminación del impuesto beneficiaba a todas las compañías por igual y, aquellas que pagan en tiempo y forma el tributo, podrían haber bajado el precio de venta de sus productos en el kiosco.

Llegados a este punto, las imposturas son totales y para justificarlas se utiliza a los sufridos productores de tabaco porque parte de la recaudación del tributo interno financia el Fondo Especial del Tabaco (FET) que se distribuye entre siete provincias que producen la materia prima.

Mientras que Tabacalera Sarandí está demandada por la AFIP en una causa de evasión al fisco por una cifra cercana a los 2.000 millones de dólares, los diputados de esas provincias dejaron de lado este detalle y apoyaron la suba del impuesto interno al tabaco porque es el dinero que reciben los productores como compensación por el bajo precio de venta del kilo de tabaco.

Durante los caóticos días en los que se trató la ley ómnibus, finalmente retirada por el propio gobierno nacional, hubo reuniones reservadas entre legisladores y lobistas de Tabacalera Sarandí que, entre los temas descriptos, lograron quitar nuevas alternativas de comercialización menos dañinas para la salud de los fumadores que el cigarrillo.

En los pasillos del Congreso se habla en voz baja de la injerencia de los diputados de la provincia de Buenos Aires, como Cristian Ritondo, o del dipu tabacalero salteño y libertario, Carlos Zapata, como dos ejemplos de legisladores que se habrían opuesto a la eliminación del impuesto mínimo que le confiere a Tabacalera Sarandí una ventaja competitiva fundamental sobre sus competidores.

En el mediodía del 28 de febrero, el presidente Javier Milei, recibe para almorzar al diputado Cristian Ritondo en un fin de mes político caldeado por los pésimos resultados del oficialismo en el Congreso y con un presidente que, acorralado por los malos resultados, está a punto de decidir exponer los trapitos sucios de los parlamentarios al sol.

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