Cuando La Fundación Eva Perón ayudó a los niños olvidados de Washington por el propio gobierno estadounidense

 Cuando La Fundación Eva Perón ayudó a los niños olvidados de Washington por el propio gobierno estadounidense

El 26 de julio 1952, cuando falleció Evita, muchos hermanos norteamericanos aún recordaban en los Estados Unidos “con esta foto” que tres años antes Eva Perón había asombrado al mundo político de la Casa Blanca, al enviar un buque y un avión con ayuda de invierno en cajas del tamaño de una mesa conteniendo alimentos, ropas, calzados, ropa de cama, etc. para las familias y los niños pobres de Washington y New York.

Fue en 1949, en medio de un clima de tensión diplomática creciente entre nuestro país y los Estados Unidos, y en las vísperas de que Harry Truman asumiera la presidencia. El vicepresidente Truman era un granjero de Missouri a quien la muerte del presidente Franklin Roosevelt depositó en el centro del poder mundial. Truman arrojó sin titubear la bomba atómica sobre Japón y había dado muestras de que estaba dispuesto a poner a los Estados Unidos a la cabeza del mundo cuando se firmara la paz. Su elección por cuatro años, a partir del 21 de enero de 1949, fue una celebración internacional marcada por la guerra fría ya desatada contra la Unión Soviética y un reconocimiento hacia la mayor potencia.

Las principales figuras de la política mundial se hicieron presentes en Washington y todos se sorprendieron al recibir una comunicación de la embajada argentina que informaba sobre un evento que tendría lugar al día siguiente de los festejos oficiales. Se trataba de la entrega de alimentos y ropa de invierno en 60.000 cajas para niños y familias pobres residentes en los barrios bajos de la capital, y a las puertas de la Casa Blanca. Y otras 47.000 cajas para los barrios pobres de New York.
La donación en nombre de Eva Perón y su Fundación de Ayuda Social había sido gestionada cuidadosamente con el reverendo Ralph Faywatters, quien presidía la Children’s Aid Society, una entidad caritativa que protegía a los niños negros de Washington y New York. Consistía en alimentos, ropa de abrigo, de cama y calzado, fabricada en la Argentina y enviada parte por barco y parte por avión, lo que sugería la situación apremiante de quienes se beneficiarían con la ayuda social de Evita y Perón.

La reacción del gobierno norteamericano no se hizo esperar y la embajada argentina tuvo que dar explicaciones sobre las intenciones del regalo. Entretanto, el reverendo Faywatters había puesto en acción a otras organizaciones y un total de 27 entidades, en su mayoría de ciudadanos negros reclamaron su porción del cargamento. La idea de que el gobierno norteamericano podía impedir que los niños pobres obtuvieran sus alimentos y sus ropas de invierno argentina produjo una rápida agitación entre miles de familias de la clase media y alta de Washington.

El asunto fue tratado por la prensa internacional. La Agence France Presse describió «una situación que por momentos parecía casi enojosa, debido a la confusión producida por la inesperada noticia» de la donación. «No hubo intención de demostrar que en un país rico cual es Estados Unidos, hay niños »pobres», agregó la AFP. Los diarios de la cadena Scripps-Howard no ocultaron su perplejidad y publicaron en docenas de ciudades norteamericanas un comentario donde afirmaban que «la Fundación encabezada por la esposa del presidente argentino no hace las cosas con moneda pequeña ni tampoco peca de falsa modestia”. También trataron el episodio los semanarios de mayor circulación, como Newsweek, bajo el título «Señora» pockets (Señora bolsillos) y Time, que lo encabezó «Helping hand» (Dando una mano), donde no ocultaban que la filantropía peronista transpiraba arrogancia pero había golpeado exactamente en un punto muy sensible, el de la pobreza alarmante de la mayoría negra de Washington y New York.

El reverendo Faywatters, silencioso cómplice de Evita, se hizo cargo de los regalos y retribuyó con una nota oficial donde subrayó que «entendemos ante esta evidencia su deseo (de Eva Perón) de que toda América viva y trabaje unida para bien de su pueblo esta contribución para los niños necesitados está por encima de toda diferencia internacional de opinión política». El caso quedó cerrado definitivamente y la embajada argentina insistió en que si bien la entrega formal de la donación se había superpuesto con la asunción presidencial de Truman, se trataba de una coincidencia sin propósitos secundarios. Truman, le dio la razón a Evita cuando en su discurso de posesión afirmó que «Estados Unidos sufre el efecto de los precios excesivamente elevados de una inflación exógena al costo de la vida americana. La producción no cubre aún las necesidades y los salarios mínimos son demasiado bajos, al mismo tiempo que las pequeñas empresas pierden terreno en beneficio de los monopolios, intentando ingresar al mundo oligárquico cuando los grandes capitales ni siquiera los reconoce como burguesía».

La prosa popular peronista de Truman anticipaba los cambios en los derechos civiles para los negros, aunque faltaban años y mucha sangre para que estos se concretaran definitivamente. Pero detrás de esta donación hubo un plan estratégico y un mensaje político destinado al Pueblo Norteamericano. Solo alcanza reflexionar sobre párrafos del texto escrito por el Reverendo Faywatters:
…”Entendemos ante esta evidencia su deseo Sra. Eva Perón de unidad de los pueblos de América, y de que toda América viva y trabaje unida para bien de su pueblo”… “esta contribución para los niños necesitados confirma ese deseo de unidad que está por encima de toda diferencia internacional de opinión política»

A la zaga de esta acción de nobleza humanitaria, obliga al presidente norteamericano a replantearse las acciones políticas y militares que se habían programado para Argentina. A idéntica manera como ocurre hoy con Siria, Irak, Libia, etc.

Truman se había comprometido con sus socios, Churchill y Stalin, a golpear y derrocar a Perón. El objetivo argentino era uno de los protocolos políticos del acuerdo de Potsdam. Sin embargo, la sagacidad y la inteligencia, y la Conducción Estratégica de Juan Domingo Perón y la Conducción Táctica de Eva Perón, pudieron vencer a las pretensiones del imperialismo de la posguerra mundial. Simplemente fue una acción que obligó, no solo a deponer una actitud beligerante de Harry Truman, sino puso en vilo al nuevo presidente; quien tuvo que reconocer las falencias del sistema económico capitalista, y nada más ni nada menos que con su discurso presidencial inaugural.

La Conferencia de Acuerdos y Protocolos de Potsdam fue una reunión llevada a cabo en Potsdam, Alemania (cerca de Berlín) entre el 17 de julio y el 2 de agosto de 1945 y que tuvo lugar en el Palacio Cecilienhof. Los participantes fueron la Unión Soviética, el Reino Unido y Estados Unidos, los más poderosos de los aliados que derrotaron a las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial. Los jefes de gobierno de estas tres naciones eran el secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, Joseph Stalin, el primer ministro Winston Churchill y el presidente Harry S. Truman, respectivamente.

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