Alberto Fernández y Sergio Massa activan el plan «swap reloaded» con China en el G20

 Alberto Fernández y Sergio Massa activan el plan «swap reloaded» con China en el G20

La Cumbre del G20 en Bali es el escenario elegido por el Presidente y el ministro de Economía para intentar destrabar el swap con China, para reforzar las reservas del Banco Central. Es una herramienta clave en momentos de escasez extrema de dólares.

Alberto Fernández y Sergio Massa se encontrarán en Bali, Indonesia, con el presidente Xi Jinping. Será entre el próximo martes 15 de noviembre y el miércoles 16, en el ámbito de la reunión anual del G-20, donde, obviamente, el tema a debatir es la guerra desatada por la invasión de Rusia a Ucrania. Sin embargo, el jefe de Estado argentino y el ministro de Economía tratarán con el chino un tema clave para el país. Casi fundamental.

Argentina quiere sondear las verdaderas posibilidades para activar, aunque sea en parte, el dinero del swap firmado entre los bancos centrales de ambos países, y que hasta acá siempre figuró como alternativa válida; pero, por algún motivo, nunca llegó a hacerse realidad.

Ahora, dada la constante y peligrosa velocidad de pérdida de las reservas en el Banco Central de la República Argentina (BCRA), con un ritmo de entre 100 y 150 millones de dólares diarios; la posibilidad de contabilizar como reservas líquidas (que en serio se puedan utilizar) algunos de los casi 20.000 millones de dólares que figuran en el swap, es más que aire respirable en medio de la falta de oxígeno indispensable.

Más pensando en el cierre del 2022 y en inspectores del FMI que quieren saber cómo hará el país para cumplir con la meta de un azul en las reservas de al menos US$ 4.500 millones en las reservas del BCRA.

Massa prometerá, y seguramente cumplirá, que el dinero para activar dólares del swap se utilizará para financiar importaciones industriales, muchas de las cuales tienen que ver con el comercio exterior bilateral argentino-chino. Sin embargo, la alternativa tiene una explicación.

Qué es el swap

Como el swap está nominado en dólares, pero representan yuanes, cada vez que se concrete una operación de compra y venta de importaciones o exportaciones de bienes y servicios entre los dos mercados, se podrían contabilizar como convertibles a las reservas vinculadas al acuerdo con China, y así ir ingresando dólares líquidos.

Es una operatoria relativamente fácil y técnicamente realizable. Pero que requiere del aval de las autoridades chinas. De ahí la importancia de la reunión con el «plenipotenciario» Xi Jinping.

Como casi todos los acuerdos monetarios a los que llega el país, la habilitación de este instrumento también es polémica. Un “swap” es un mecanismo por el cual Argentina y China se comprometen a habilitar eventualmente el cambio de divisas, sin la intervención de terceras monedas; en este caso, el dólar.

El aporte de capital lo hace el Banco Central de China, bajo la certeza de que los yuanes originales serán eventualmente utilizados. Mientras tanto, hasta que se ejecute el cambio, quedan como libre disponibilidad del depositante: el BCRA. La idea china fue otorgar este dinero en cuotas, como garantía para el intercambio financiero entre los dos países para la construcción de las grandes obras en el país comprometidas con el país asiático; fundamentalmente las represas Jorge Cepernic- Néstor Kirchner (ex Condor Cliff- La Barrancosa); un proyecto que en algún momento el gobierno de Mauricio Macri prometió clausurar pero que, precisamente por la vigencia del “swap” decidió mantener.

Larga lista de pedidos de asistencia

El primer acuerdo de este tipo fue firmado en 2009 durante la presidencia de Martín Redrado en el BCRA, para reforzar los resguardos ante eventuales crisis internacionales y cuando las reservas alcanzaban el record del 15% del PBI. En total el acuerdo cerrado fue por unos US$ 10.200 millones a tres años, con la opción de extender el plazo.

Redrado lo negoció con su par chino, Zhou Xiaochuan, para acordar un intercambio de monedas que ambos países pudieran pedir uno del otro y que luego deberían ser repagados. Los permisos de operatoria para el BCRA eran amplios. Se podían convertir los yuanes en dólares en los mercados internacionales, o directamente utilizarlos para el intercambio bilateral.

O, en su defecto, mantenerlos como parte de las reservas nominados en la moneda norteamericana. Sin embargo, con el tiempo, el instrumento comenzó a desdibujarse.

El segundo movimiento con China se activó en el tercer trimestre de 2014, durante la gestión de Axel Kicillof en Economía y de Juan Carlos Fábrega en el BCRA, por unos US$ 3.800 millones, transferidos en el último trimestre de ese año.

La novedad de esa operación fue que se justificó bajo el comienzo de las obras para el levantamiento de la represa santacruceña Cepernic-Kirchner, que la constructora china Gezhouba Group había ganado en licitación, en sociedad con la local cordobesa Electroingeniería, de Gerardo Ferreyra.

El acuerdo total fue por unos US$ 11.000 millones, en liquidaciones sucesivas dependientes del avance de las obras. Durante el primer semestre de 2015 se concretó un nuevo desembolso por unos US$ 3.700 millones, completando hasta ese momento un total de US$ 6.500 millones.

El dinero proveniente de China había llegado en un momento justo para apoyar los últimos tramos del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, cuando la falta de dólares y el ostracismo en los mercados internacionales ya era preocupante. Las reservas rondaban los US$ 30.000 millones, y las posibilidades de la Argentina de recurrir a los mercados financieros internacionales a tasas razonables eran nulas.

El acuerdo de renovación del “swap” con China, llegó en un momento ideal para poder sostener las reservas y hacer frente a eventuales corridas antes del final del gobierno kirchnerista. Para finales de 2014, unos US$ 3.000 millones del acuerdo ya se habían utilizado. De hecho, unos US$ 2.000 millones provenientes de este financiamiento, se utilizaron para cancelar el pago final del Boden 2015.

Cambio de mando

Llegó entonces el cambio de gobierno, y la decisión de Mauricio Macri de revisar el contrato de Gezhouba para construir la represa aún llamada Cepernic- Kirchner. La primera y pública decisión del Gobierno fue la de congelar la obra, bajo sospechas de corrupción y de impacto ambiental negativo.

Sin embargo, hacia julio de 2016, desde Beijing le recordaron a Buenos Aires que parte del dinero para la obra ya había sido gastado (y no precisamente para avanzar con la represa), con lo que de levantarse el proyecto, el dinero debía ser devuelto. Fue así que se “renegociaron” las condiciones del “swap”; la obra volvió a la vida con otro nombre (en adelante se llamaría Condor Cliff-La Barrancosa), y el “swap” se reactivaría.

Se renovó el mecanismo por unos US$ 11.000 millones con una vigencia de tres años más, con lo que las reservas en yuanes llegaron a unos US$ 8.000 millones. Más adelante en el tiempo volvió a negociarse, ya con Luis Caputo al frente del BCRA, con un nuevo desembolso sucesivo por unos u$s10.000 millones, dinero que pasó a reforzar las reservas del BCRA.

En algún momento de octubre del 2020, Martín Guzmán pensó en activar el swap para atender un alza en la demanda de dólares y la eventualidad de una corrida. Sin embargo, le recordaron al ministro de Economía de aquellos tiempos, que nunca China aceptaría un acuerdo de este tipo para ejecutar política cambiaria.

La idea se descartó. Ahora el objetivo es la de usar el dinero para el comercio exterior argentino- chino. No hay precisiones, pero por el momento, en Buenos Aires hoy son optimistas.

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